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  • Por Diego M. Vidal

El rol de los medios brasileños en el golpe contra Dilma


La crisis política en Brasil desatada desde el mismo instante en que la presidenta Dilma Rousseff asumió su segundo mandato, es claramente fogoneada por los principales partidos de la oposición encabezados por el diputado Aécio Neves del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) y que fuera derrotado en las últimas elecciones de octubre pasado precisamente por la actual mandataria. Sin embargo, los poderosos medios de comunicación brasileños aportan la principal artillería con la que bombardean un día sí y otro también al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Aunque todas las acusaciones opositoras giran en torno a los casos de corrupción en Petrobras, en las que nuGmerosos funcionarios, empresarios y hasta legisladores aparecen involucrados, la prensa ejerce su trabajo de zapa dándole amplia cobertura a todos aquellos operativos policiales y judiciales en los que se ven involucrados miembros del oficialismo mientras blindan a la dirigencia opositora que también es salpicada por las acusaciones en sus cabezas más visibles.

"En un contexto en el que los partidos de la oposición han sido incapaces de presentar proyectos para el país, los medios de comunicación adoptan el papel de líder de las fuerzas de oposición. Teniendo en cuenta este hecho la prensa alternativa comenzó a llamar a tales empresas PIG (Partido da Impressa Golpista)", apunta Rubén Diniz, investigador del Programa de Integración de America Latina – PROLAM de la Universidad de São Paulo ante la consulta de La Negra del Sur. Una connivencia que, como en otros países de la región, parece ser parte de la estrategia del poder económico ante la pérdida de su preeminencia en el control de Brasil y los grupos mediáticos concentrados son pieza fundamental de este entramado golpista que el próximo domingo volverá a convocar a las calles a una población que vive asediada por la incertidumbre de la economía pero recibe a través de la radio, televisión, diarios y redes sociales, mensajes de un odio irracional similar a lo ocurrido previo al derrocamiento de Joao Goulart.

Para Diniz "la relación entre los medios de comunicación y las fuerzas golpistas no es algo nuevo. En 1964, los grandes medios fueron los principales estimuladores de golpe de estado militar y el estado de excepción, que se benefició de muchas maneras, con concesiones de canales de televisión, con grandes sumas de publicidad"

Así como no es nueva su relación con la dictadura, la prensa brasileña representa intereses muy cerrados y claros. Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, Leonardo Boff, había alertado en septiembre del 2014, previo a la reelección de Rousseff, que se trataba de "familias que cuando ven sus intereses comerciales se comportan como una mafia. Ellos son los propietarios privados que buscan hablar en nombre de todo el Brasil y mantener bajo control a la opinión pública". El Estado de Sao Paulo, Folha de Sao Paulo, O Globo y la revista Veja, además de varias emisoras evangélicas, son los principales bastiones de esta conspiración para desgastar a Rousseff.

"El objetivo es claro: culpar a la Presidenta de todo, incluso de lo que no existe o tiene ningún fundamento para tal", asegura a esta revista Made Mendoça, productora de TV en Río de Janeiro. Ella cree que el accionar conspirativo de estos medios está a simple vista. "Desde los títulos hasta el espacio dedicado a cada noticia. Las empresas periódisticas muestran lo que quieren sin mucho pudor y olvidan que están al servicio de informar", señala Mendoça que supo trabajar para la Red Globo en los años pos dictadura.

Rubén Diniz sostiene, además, que los ataques contra la petrolera estatal "pretende instalar la idea de que será mejor administrada en manos de la iniciativa privada y no por el Estado", varias iniciativas en el Congreso apuntan en esa dirección y son rechazados por el PT. También sospecha el académico paulista que otro de los fines de la desestabilización contra Dilma es "atacar el proceso de integración de América del sur y América Latina y Caribe, cuestionando el financiamiento del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para los trabajos en el extranjero, como el puerto de Mariel, Cuba".

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