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  • Foto del escritorDiego Manuel Vidal

El coronavírus en la disputa económica entre EE UU y China

Actualizado: 23 mar 2020

Por Diego M. Vidal

En tiempos de rediseño global del capitalismo tras las grandes crisis financieras del 2008 y 2009, cuando se pone en discusión la globalización alcanzada luego de la caída del Muro de Berlín, la disputa por la hegemonía mundial en materia económica encuentra en la epidemia de coronavirus en la República Popular China, un aliado y enemigo para cada uno de los grandes contendientes.


La definición del secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, sobre la conveniencia para su país de la aparición del brote de coronavirus 2019-nCoV y que esto "ayudará a acelerar el regreso de empleos a Norteamérica", puede considerarse como una confesión sobre cuánto importa más el dinero en la Casa Blanca que el virtual riesgo sanitario que acosa a la población mundial. Y más aún al principal competidor por la cima en la lista del poder económico.


Según el Atlas Mundial, de las 33 provincias que componen China 12 tienen poco más de un centenar de personas infectadas con el coronavirus. Esta docena de estados concentran el 64% del Producto Interno Bruto (PIB) chino. De las que sólo Jiangsu y Guangdong representan el 21% del PBI.


En Jiangsu se encuentra Hangzhou, la ciudad cuna de la empresa de e-commerce Alibaba. De acuerdo a datos de Valor Económico (el periódico financiero mayor de Brasil) “en el segundo trimestre de 2014, la compañía obtuvo ganancias mayores que los gigantes eBay y Amazon combinados”


Por su parte, Guangdong (Cantón de la costa sureste china, frontera con Hong Kong y Macao) es la sede del centro de producción de productos electrónicos más grande del mundo y vende alrededor de $ 650 mil millones en exportaciones anualmente, una cuarta parte de todas las transacciones del gigante asiático.

Entrevistado por el sitio web Brasil de Fato, el Doctor en Derecho Internacional de la Universidad de São Paulo (USP) y coordinador del Centro de Estudios Brasil-China en la Fundación Getúlio Vargas en Río de Janeiro (FGV-RJ), Evandro Menezes de Carvalho declaró que “con el aislamiento de las provincias en situaciones críticas de infección, como Wuhan, y la parálisis de las actividades económicas, estima que la coyuntura ciertamente afectará el juego geopolítico que involucra a China y ciertamente tendrá un impacto en el PIB chino. Se espera que algunas compañías reanuden sus actividades después del 10 de febrero.”


De Carvalho también señaló que “dentro del juego geopolítico, hay intereses que consideran los asuntos humanitarios en beneficio del poder y, por supuesto, para ciertos países, el impacto de esta epidemia de coronavirus contribuye a la medición de la fuerza con China. Los países que quieren dañar la imagen del poder asiático en el mundo, utilizan este tipo de situación para difundir, o dejar que difundan en su territorio, la idea de que China tiene información poco confiable, generando una cierta inseguridad y una relativa aversión al país.


Ciertos países, entonces, aprovechan situaciones como esta para manipular y aumentar el miedo a China. Esto aumenta los costos chinos para continuar lo que se ha hecho para mejorar su imagen internacional. En este sentido, es importante recordar que China se mantuvo en el Acuerdo de París y muestra públicamente la importancia de esto, además de defender el mantenimiento y el fortalecimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC), mientras que otros estados abogan por lo contrario.”


En cuanto a la repercusión que esta epidemia tendrá hacia el interior de China, el especialista aseguró que “habrá un impacto en el PIB del país, principalmente porque se encuentra en un momento en que la economía tuvo que paralizarse. No del todo, pero en la medida en que las ciudades estén cerradas y el flujo de tráfico para trenes, automóviles y autobuses esté restringido, todo esto seguramente afectará la economía china.


Si ya existía una perspectiva para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) creciera alrededor de un 6%, con mucho esfuerzo, un 6,5%, probablemente no será posible este año. El propio gobierno chino sabía de antemano que iba a haber tal reducción en el PIB. Pero existe el riesgo de estar por debajo del 6%, porque el brote es un hecho inesperado. Esto plantea una preocupación normal para el gobierno chino, pero no necesariamente significa que no hay posibilidad de recuperar esto. Es más o menos lo que sucedió después del SARS (acrónimo en inglés de Síndrome Respiratorio Agudo Severo), entre 2002 y 2004, China comenzó a crecer nuevamente. Pero es cierto que esto tendrá un impacto.”


Como se ve, un panorama complicado para la segunda potencia mundial que se enfrenta al duelo económico con el gobierno estadounidense, bajo el mando de Donald Trump, a un grave problema de salud en su pueblo pero que cada día parece expandirse hacia otros países mientras el presidente Xi Jinping no ahorra esfuerzos por resolverlo sin límites de esfuerzos e inversiones. Sin embargo, la expansión más dañina no ha sido la enfermedad en sí sino la velocidad con que circulan versiones, información dudosa y malicia en el tratamiento de la que se conoce, que lleva a conatos de xenofobia, acusaciones y hasta discriminación hacia todo lo que sea chino, incluso están poniendo en dudas los productos de ese origen que circulan diariamente por el mundo. Una forma de manejar la incitación al pánico, que termina beneficiando determinados sectores que comienzan a calcular los beneficios de miles de posibles muertes.

Uno de esos especuladores se llama Mike Pompeo y es el Secretario de Estado de Trump, quien no tuvo empacho en señalar al Partido Comunista de China (PCCh) como la "principal amenaza de nuestros tiempos". Claro, dicho esto durante su visita al Reino Unido y en el marco de los acuerdos entre esa nación y la empresa Huawei que le permitirá participar de forma limitada en el desarrollo de su red 5G, parece solo una bravuconada dentro de la pelea comercial entre Washington y Beijing, pero dicho en el contexto de una posible pandemia con epicentro en China no parece una ingenuidad sino el cinismo que va del árbol caído a la leña.

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